¡Uffff! Pensé que no lo acabaría xD! pero después de una miradita, por fin puedo decir que un objetivo más para mi y este blog, ha sido cumplido. Organizado por Dulce y El Club de las Escritoras, llegó un reto que consistía en dar unas bases para crear dos inicios alternativos; estos a su vez se dividieron en dos más y así sucesivamente. En este caso, me tocó hacer el final del relato que inició Hada y continuó Paty. ¡Me emocioné un poquito haciendo esto y como que mis deditos no paraban xD, pero era el final y quería hacerlo al nivel de las dos grandes escritoras que me antecedieron! Así que espero de corazón que les guste y los disfruten. Dejo también, los primeros inicios para que no se me pierdan y lean el relato completo. ¡Espero dar el final que esperaban! Gracias ^0^!
Cazada
-Fragmento anterior-
“Mientras hablaba, había desatado los nudos de
los pies de Susana, y también los de sus manos. Pero no le soltó el pelo, ni se
apartó de su oreja. Ella no se dio cuenta de que estaba libre, tan solo sentía
el cosquilleo de sus palabras bajándole por el cuello, los dientes puntiagudos
rozándole la oreja, y sobre todo, su cercanía.”
-Por; PukitChan-
Susana, pese al aturdimiento que sentía en
esos momentos, tuvo que reconocer que Álex tenía razón en algo; no había sabido
enfrentarlo y estaba siendo débil de una forma en la que no podía detenerse. La
tensión en sus cabellos, la sedosa voz que le susurraba, le hacía sentirse
atada, pero no de cuerpo, si no a él, a su alma… si es que la tuviera.
Tragó saliva con una sensación a metal,
provocando mayor deleite para el vampiro, quien se vio agitado por aquel sutil
movimiento de su cuello, su sangre, el estremecimiento de su piel. Álex sabía
lo que ocasionaba en ella, su olor, sus temblores, el sabor de su sangre… todo
la delataba. Y él no se quedaría con ganas de nada.
Un jalón más a sus cabellos, le bastó para
levantarle totalmente el rostro y al separarse levemente, sus ojos se
encontraron con un brillo indescifrable en estos. El brazo libre que Álex
tenía, le bastó para rodear la cintura de la chica y tomarla entre su cuerpo,
mientras se acercaba a ella, ladeando el rostro levemente. Susana
inmediatamente supo cuáles eran las intenciones del otro, pero el ver cómo se
acercaban esos rojos labios hacia los suyos, el hecho de cómo la miraba, no
pudo detenerse. Abrió la boca para recibirlo, sintiendo que un escalofrío le
recorrió inmediatamente: sus sentidos de alteraron, volviéndose locos,
palpitando con fuerza en su interior. Ella era una detectora y las alarmas en
sus sentidos, en su cabeza le indicaban que debía alejarse, pues él era una
enorme señal roja gritándole que era peligroso, mas sencillamente Susana no
quería.