30 de abril de 2011

Proyecto de abril: Género infantil

¡Hola! Ésta es la primera vez que participo en esto. Daré mi opinión, pues el género infantil es mi absoluta debilidad, aunque no suelo escribir mucho de ello, ya que es demasiado complicado para mi adulta persona. ¡Pero lo intenté! (…y no se imaginan cuántas veces…) y he aquí el resultado finalmente.

Antes que nada, agregaré que siempre he pensado que este género está dedicado a los adultos mostrando el punto de vista de los niños. La literatura infantil es verdaderamente lo más hermoso que puedo llegar a encontrar y siempre he creído que el mundo de los niños, las historias de niños enseñan cosas a los adultos. Es, como he dicho, mi creencia.

Es por eso que mi ejercicio ha quedado de esta manera. Espero haber hecho un trabajo que pueda ser entendido.

Y añadiré una última cosa, mi dedicatoria:

Para el Principito y a Antoine de Saint-Exupéry. Los que más me han mostrado lo mejor de la vida; la vida misma.


En la arena estás


―¿En qué crees tú? ¿En los sueños, en las hadas, en las princesas que encerradas en una torre esperan dormidas a su príncipe azul? ¿En la magia que envuelve cada paso que das? Es hermoso el simple de hecho de creer. Yo no soy un niño, pero quiero imaginarme que sí. Y eso es suficiente para que muchos me vean como tal, porque en lo que creo… es en la arena.
―La arena me gusta ―dijo Emily con una sonrisa, apretando dos de mis dedos, los únicos que alcanzaba a cubrir su pequeña y blanca mano, que me sostenía con toda la fuerza del mundo―, porque me hace cosquillas.
Nos detuvimos para que pudiese apreciar ese hecho. Me agaché, quedando en cuclillas, mirando sus pies descalzos que estaban salpicados de la arena del mar. Una arena negra, brillante, pero suave que hacia que los pies de Emily parecieran de marfil. Ella me esbozó una sonrisa tímida, levantando la planta de su pie.
―Es aquí ―murmuró, señalándose a sí misma. Luego me miró y volvió a sostenerse en ambos pies antes de continuar―, la arena se mete en medio de los dedos y siempre me hace reír y mucho más cuando intento sacarla de ahí.
Yo la miré con autentica atención y a cambio de ello, me confesaba lo más importante sobre la vida. Sus dedos se hundieron en la arena, para luego recibir su pequeño y frágil cuerpo entre mis brazos, cuando de un brinco, ella se arrojó hacia mí.
―Gracias Emily… ―musité trémulo. Mi pequeña depositó un beso en mi mejilla, mientras sus manitas repartían caricias sobre mi canoso pelo, que me agregaba más años de los que tenía.
―Está bien, papi. Tú lo necesitas más que yo. Mami está en el cielo y me pidió que te cuidara bien. ¡Me lo dijo la otra noche! Después de que me acurrucaste, ella llegó a darme el beso de las buenas noches y me encargó protegerte.
Me separé y la miré a los ojos. A sus brillantes y emocionadas pupilas, que eran imposibles de mentir y tan convencidas estaban de lo que decían, que terminabas siendo absorbido. Eso me pasaba cuando habla de esta manera. Sabía que decía la verdad.
―¿Cómo está mamá?
―Nos extraña, pero dice que nos cuidará siempre.
Yo lloré. Últimamente, siempre lo hacia. Y cada vez que eso pasaba, Emily me sacaba a que camináramos por toda la orilla de playa, frecuentemente en el anaranjado atardecer.
Sus manos tocaron mis mejillas y limpiaron mis lágrimas. Hizo un puchero, mientras negaba con su cabeza, comprendiendo la vida de un forma que yo buscaba entender.
―Llorar es feo. ¡Te ves feo! ¡No llores!
Sus palabras me hicieron reír, pues sus reprimendas que me decían que estaba siendo tonto y eso era lo que alegraba siempre mi vida. Emily era mi luz, como lo es cada hijo para cada padre del universo.
―Tienes razón, no debo verme feo para mamá. ―Asintió, subiendo de arriba para abajo su cabecita despeinada, desapartándose completamente de mi lado, para mirar justamente la puesta de sol.
―¡Mamá! ―gritó Emily, lo que me obligó a levantar la vista hacia lo que ella veía: la primera estrella de la noche. Sonreí cuando mi pequeña me jaló de la mano, para acercarnos más a la orilla, donde las olas empezaban a acariciar nuestros cuerpos―. ¡Mira papá! ¡Mamá es la estrella que remplaza el sol en las noches!
Sentí claramente como el agua fría mojaba nuestros pies. Emily me jaló del pantalón y sonrió ampliamente. Eso me animó a devolverle una sonrisa igual de extensa que me hizo llenarme de una vida nueva.
―¿Crees que ésa es mamá? ―pregunté.
―Nop ―sonrió, colocando el dedo índice en sus labios―, no creo. Es ella. Y no sólo eso… ¡Ella es todo! ―Extendió sus brazos a cada lado, para abarcarlo todo, todo lo que nos rodeaba―. ¡También es la arena!
―¿La arena? ―cuestioné, mirándola con una renovada curiosidad.
―Mamá era todo. Mamá estaba cuando me asomaba en la ventana. ¡Así es la arena! Cada que despierto, ahí está. Al pasear me acompaña… ¡Y sabe dónde precisamente puede hacerme reír! ¡En medio de mis deditos!
Me hinqué, abrazando a Emily. Ella rió de inmediato, pasando sus manos por mi cuello. Yo asentía y sonreía, dándole todo el amor que podía transmitirle y que ella recibía sin duda alguna.
―¿Sientes a mamá, papi?
Suspiré profundamente. Mis fosas nasales se inundaron del aroma salado mientras una ventisca tibia, como una caricia, nos envolvía a ambos.
―Tienes razón, cariño. Por eso creo en ello y por eso nos gusta tanto. Mamá es la arena. ¿Lo sabías desde el principio, verdad? Que ella está siempre con nosotros.
Emily se encogió de hombros, dando unas palmaditas ruidosas.
―Es cosa de niños.

27 de abril de 2011



Ésta es la tercera sección que he decidido crear. Aquí no narraré historias, no publicaré escritos de mi imaginación. Lo que habrá, serán imágenes, pero no sacadas de internet, sino del mundo que me ha decidido rodear, es decir, fotografías que mis cámaras y oportunidades han decidido captar y las historia que hay detrás de ella.

Comencemos con la imagen con la que abrimos la sección. Pues, verán, en una fiesta del lugar donde vivo se adornó la iglesia, haciendo que las cruces tuvieran también luces. Por la noche, era claro que éstas brillaban y me gustaban mucho cómo es que se veían, por eso le tomé una foto. La resolución o la noche, hizo que en la foto tomada pareciera que la cruz de color azul estaba flotando simplemente en el cielo oscuro.

Me encantó como quedó cuando la revisé. Sobre todo, porque ésta se ha vuelto una de mis favoritas, ya que revela el momento en el que deseé tomar algo y que saliera mucho mejor de lo que esperaba.

Así es como abro la sección: A través de mis ojos. Bievenida.

26 de abril de 2011

Azul

Tocando el arcoíris


...azul...


Levantó su mano hacia el cielo, deseando tocarlo. Desde la colina en donde estaba recostado, éste se podía apreciar con tal claridad que parecía que estaba al alcance de sus manos. Obviamente, no era así. Nunca lo fue y nunca lo sería. Una lágrima traicionera escapó de sus ojos claros, mientras sus labios se curveaban en una sonrisa amarga; esa persona era tan inalcanzable como el extenso cielo.

«Si tan solo no te alejaras tan rápido» pensó, suplicante. «Si pudieras detener tus pasos para voltear y esperarme»

Tampoco eso ocurriría, pero…

Sus pensamientos fueron cortados cuando unos pasos lo alertaron. Bajó su mano y se limpió el ojo sin mucho cuidado, sonriendo. Sabía de quién se trataba, pues le había mostrando su escondite exclusivamente para que él lo hallara cuando se escondía a propósito con el deseo de ser encontrado. Giró su rostro y recargado en el tronco del árbol que ofrecía su refrescante sombra, estaba el chico del que Alan se había enamorado: Ricardo, un amigo heterosexual que mantenía una fructífera relación con la chica de sus sueños.

―¿De quién huyes? ―preguntó Ricardo sin mirarlo, pues su mirada estaba bastante entretenida con las escasas nubes blancas que entorpecían el color de cielo. Alan por su parte, sólo se limitó a negar con la cabeza, sin querer hablar del tema.

Tiempo. Tiempo es lo que necesitaba para renovar sus sentimientos, o quizás minimizarlos y paulatinamente acomodarlos para que estos calzaran con un perfecto ajuste dentro de la etiqueta de la amistad.

―Es hermoso el color de cielo ―dijo repentinamente, señalando el cielo con un mano, mientras usaba la otra para recargar su cabeza―, tan perfecto, tan sutil… su color es perfectamente reconocido por todos. “Azul cielo, celeste” ―recitó con cierta alegría.

El otro arqueó una ceja, escuchando sus palabras y su monologo delirante sobre algo que pasaba desapercibido para las personas en su vida diaria, aún estando tan presente siempre.

―¿Sabias que el cielo no es en realidad de color azul? ―Ricardo sonrió―. Hay razones científicas para ello.

Alan regresó su vista al otro chico una vez más. Parpadeó lentamente, tanto, que él mismo se había dado cuenta que lo había hecho. Pensó entonces en eso unos segundos; quizás entonces las personas también tenían un color diferente al que realmente poseían. Una capa pintada de azul que en realidad, sólo aguardaba otra sorpresa. Quizás esto lo hacían para ser captados de una forma hermosa.

Tal vez Ricardo no era perfecto, quizás era un hombre imbécil que le tenía asco a los homosexuales. Podría ser que en realidad, no fuese el príncipe azul de toda chica o chico, más bien, ni siquiera fuera un sapo, sólo un humano común y corriente lleno de defectos.

Ante ese pensamiento, Alan sonrió para si mismo con satisfacción. Se estiró perezosamente y de un brinco se puso de pie, paseando su mirada de Alan hacia arriba, donde volaban unas aves.

―Lo sé, también conozco esa explicación lógica para su color ―murmuró, encogiéndose de hombros―, pero a veces, es hermoso vivir engañado por un cielo azul.


***


Sección inagurada por uno de los colores más apreciados; el azul.

Si voy por el camino del bien, no duden en hacermelo saber.

25 de abril de 2011

Bolitas de papel

Un amigo

Aline estiró su brazo hacia la ventana, pegando su manita en el frío cristal transparente. La puerta estaba cerrada, pero las enfermeras del hospital habían dejado las cortinas abiertas, por lo que, subiéndose a un banquito, lograba ver a las personas que andaban en el pasillo. Pegó su nariz al vidrio y rió sola cuando empaño una parte con su aliento: ésa era su vida. Vivir en una habitación blanca de un hospital a causa de los débiles latidos de su corazón, que hacían funcionar mal a su cuerpo. A su tierna edad, estaba a acostumbrada a pasar largas horas en soledad y vivir en ese lugar como si de verdad fuera su casa. Dibujaba, miraba las caricaturas en la televisión, pero por sobre todas las cosas, leía. Y un día, mirando su libro favorito, observó con detenimiento el dibujo del zorrillo y la ardilla, entonces se dio cuenta de que algo faltaba en su vida; no tenía un amigo.

—Papá, ¿por qué no tengo amigos? —preguntó un domingo de visita de su papá al hospital. Él le cepillaba el cabello cuando llegó la interrogante.

—¿Los doctores no son tus amigos? —respondió su padre, un hombre alto que tenía la apariencia de saberlo todo y explicarlo con calma.

—Quiero conocer más niños. ¡Un día de estos, saldré y tendré muchos amigos!

Su grito fue tan fuerte que un doctor se asomó y le sonrió, extendiendo su mano para decirle que él la apoyaba.

Pero pasaron las semanas y Aline enfermaba más y más. Tanto, que ni siquiera sus padres podían abrazarla. Para que todo estuviera seguro, los doctores les pidieron a sus papás irse unos días y así pudieran descansar. En esos momentos, Aline se sentía más sola de lo que jamás estuvo, incluso más que el día que su perra Nita escapó de casa y no volvió.

Una tarde en la que sintió que sus fuerzas volvían, se levantó de su cama, arrastró el banquito y al subirse, miró afuera, lo que ella veía como el maravilloso mundo exterior; el pasillo del hospital. Pero esa tarde miró algo que para ello fue como un milagro: había un niño sentando en el suelo, sin estorbar el paso. Abrazaba sus piernas con una mano mientras con el dedo de la otra hacia dibujos invisibles en el suelo. Aline habló con todas sus fuerzas, pero el otro no pudo escucharla, porque no levantó la vista. La niña entonces, pensó en usar otro método más efectivo para hablarle, así que golpeó el vidrio, esperando que esta vez si la oyera.

Así fue. El niño levantó su vista y primero miró confundido a Aline, pero después se puso de pie y caminó hasta el cristal. El niño era mayor que ella, por lo que su cabeza llegaba hasta el vidrio y podía verla perfectamente. Aline sonrió ampliamente y en respuesta tuvo una igualmente brillante de él. No se podían escuchar, por lo que empezaron a inventar toda clase de juegos sin que existieran palabras en medio. Hacían figuras con las manos, gestos graciosos y raros con sus rostros e inclusive intentaban transmitirse mensajes. Ese día, Aline encontró un amigo.

Pero después de un rato, un hombre de bata blanca se acercó a la ventana y tomó al niño por el brazo, para llevarlo a otro y por más que se resistió, el hombre terminó jalándolo a otro lado. Aline se despidió, moviendo su mano de un lado a otro, con los ojos llorosos.

Los días pasaron y no volvió a ver a su amigo. Solía mantenerse en la ventana, para ver si aparecía, aunque no llegó a suceder tal cosa. Cuando salió del hospital y fue llevada a su casa con su mamá y su papá, la esperaron con una fiesta sorpresa. Su papá no había olvidado las palabras que Aline le había dicho e invitó a un montón de niños y niñas que la recibieron cantándole como si fuera su cumpleaños.

Recibió muchos regalos, pero finalmente, el que más le valió a su pequeño corazón fue sólo uno: entre la multitud de niños que corrían de un lado a otro, había sólo uno que permanecía quieto, mirándola como si estuviera confundido completamente.
Aline lo reconoció: era el niño que había conocido en el hospital, su amigo y acompañándolo, estaba el hombre de bata blanca que se lo había llevado, seguramente su papá también. Ella se ocultó detrás de las piernas de su padre, mientras el niño era tomado de la mano por el otro hombre y lo llevaba ahora hacia Aline.

El hombre de bata blanca se agachó, quedando en cuclillas, a la altura del niño y un poco más arriba de los ojos de Aline.

—Bonita, ¿puedes salir de donde estás? —La niña negó con la cabeza, pero su papá se movió, para quitar sus piernas y dejarla a la vista. Aline bajó su mirada y sonrió, mirando lo que pasaba. El adulto casi desconocido, le dio un empujoncito al niño, para ponerlo delante de ella.

Ellos se miraron y rieron cuando Aline hizo uno de los gestos que había aprendido la tarde que se conocieron en el hospital.

—Aline —dijo el hombre—, él es a Tristán. De ahora en adelante y para siempre, él va ser tu amigo.

—¡Tristán, eres mi amigo! —gritó ella, feliz.

—¡Lo soy! —aseguró el niño.

Y lo fue siempre. Aun cuando pasaron los años y esas palabras fueron borradas de sus memorias. Pero aquel día en el que se conocieron, hubo magia entre ellos. Una magia que aún no desaparece, una magia que muchos le llamaron destino, pero que para ellos tuvo un nombre mucho más simple. Amistad.



***


Bueno, esta sección será inaugurada con uno de mis primeros intentos fallidos al redactar un cuento infantil. Mis razones por las que decidí desecharla, es porque sentía que no llenaba las necesidades básicas de un buen relato infantil, además del hecho de que me pareció sumamente meloso. Le agarré cariño, pero eso no significaba que no fuera critica con mis propias historias. Ésta en especial, tiene el honor de llevarse un montón de recuerdos míos. Pienso que es más una linda memoria que en sí, una buena historia, aunque siempre termino preguntando qué es en realidad una buena narración e historia.

Como ésta sí tiene final, creo que me queda agregar, que la base en el hecho de que aún los pequeños niños enfermos, tienen el sueño de querer ser amigos de alguien. Me da la impresión de que para la soledad no hay una edad debidamente establecida. Pero lo que más de ternura, es lo rápido que pueden amar los pequeños y lo rápido que sin duda alguna, pueden ser correspondidos en igualdad de sentimientos.

Creo que por eso amo tanto el mundo infantil, por la sencillez del mundo ante sus ojos y sobre todo, ante cualquier difícil situación. La sinceridad brilla en las almas más pequeñas del planeta.

17 de abril de 2011

¡Tadán! ¿Les gusta la imagen que recién he editado e inventado? A mí me encantó, jaja. Bueno, pero en realidad es para presentar esta sección que he decidido crear, luego de mi experiencia de intentos de historia. Tal y como pueden apreciar, se llamará “Bolitas de papel” y es en donde pondré todos mis escritos que sólo tienen la idea, la imaginación o una escasa página. Veneraré a todas mis ideas esfumadas y queridas en esta sección que fueron escritas, arrancadas por considéralas pésimas, echas bolitas y finalmente arrojadas al cesto de basura.

Aunque por alguna extraña razón, han decidido sobrevivir, pues… ¡Las pondré aquí y mis razones de por qué no la continúe y mi propia opinión de ella! Si hay que reírse, empecemos por uno mismo, ¿no creen?

El caso es que tengo muchas cosas escritas y que jamás llegaron a ver la luz hasta el día de hoy. Pienso que pondré una a la semana, para llenar este espacio que he decidido crear.

Lo siguiente son datos irrelevantes o más bien, que no tienen nada que ver con esto. Primero, ahí está la licencia de que yo y yo sólo yo soy el autor de mis obras. ¡Ja, en tu cara, Kev! Lo siguiente, es el diseño del blog, por el cual batalle mucho, pero al final me gusto y por último… no he dormido. Sigamos andando, entonces.

16 de abril de 2011

Errores de novato

Dos páginas, no más. Cuando ideo una historia, normalmente sólo hago el hilo inicial. La situación con la que he decidido comienza todo, y conforme avanzan las páginas le voy creando un argumento. Es ahí cuando interviene mi proceso creativo y empiezo a formar ideas, situaciones, reacciones. El resultado final es que de las cinco líneas que formaban un párrafo termina siendo una historia y es que eso fue justamente lo que me pasó hoy cuando intenté escribir dos páginas del género infantil.

Me salió una historia que me gustó, sí, pero me pasé por cuatro páginas. Después, frustrada con el primero intento y sin encontrar una solución coherente para recortarla o achicarla, decidí hacer otra. El segundo intento fue mejor ubicado, porque tenía en mente completamente que debía ajustarla a dos hojas, así que esa historia abarcó la extensión requerida pero… la historia era muy melosa, no me gustó su final y era un cuento. ¡No es nada contra los cuentos, aclaro de una vez! Es que yo no quería hacer un cuento realmente. Respeto muchísimo a la literatura infantil como para burlarme de ella. Sólo que no me gustó cómo quedó mi escrito.

¡Pero bien dice el dicho que la tercera es la vencida! El tercer intento fue escrito y la extensión fue una página y un poco más de la mitad de la otra. Punto a favor por estar dentro las especificaciones. Otro punto porque toca un tema en el cuál tengo una particular debilidad y logré adaptarlo de una forma que la narración me encantara. Los lectores más difíciles del mundo son los niños, no es fácil ganártelos. No sé si lo que escribí está considerado dentro del género infantil, pero lo intenté. Un punto más por ello. Y finalmente me otorgo por haber escrito eso en este breve lapso de tiempo. Espero que si algún día lo llegan a ver publicado por aquí, o ya sea en la recopilación (¡Me sentiré tan feliz si es así!), les guste tanto como a mí. Todo error, trae una sabia lección o como dicen por aquí: Echando a perder, se aprende.

15 de abril de 2011

Un nuevo comienzo


Esta semana he estado reprimiendo unas ganas de hacer algo interesante y divertido. Fue así como navegando de entre blogs que tiendo a leer, llegué a Adictos a la escritura el cual me pareció un proyecto sumamente interesante.

Creo que es la primera vez que hablo acerca de mí y la escritura. Todos comenzamos en las escuelas básicas, pero yo como algo más serio, por decirlo de una manera, comencé cerca de los trece años con el fanfiction. Después de ello, a finales de la preparatoria e inicios de la universidad fue cuando tuve mi despertar de luz para dedicarle más pedazos de mi tiempo a historias. Poco a poco me fui desenvolviendo y aprendiendo de ello, conociendo a personas que siempre tendrán mi respeto y admiración por todo lo que escribieron y me enseñaron. Problemas de salud y por consecuencia, emocionales, me alejaron de la escritura un largo año y medio.

Ahora mismo, que lo retomo con gusto y poco a poco, me he topado con el blog que mencioné líneas atrás. Son distintos proyectos de escritura y en el que ahora estoy planeando participar es en el de género infantil. Debo decirlo con sinceridad: Amo locamente el género infantil, porque considero yo, es uno de los más difíciles de escribir. Mi corazón está enamorado del mundo de los niños. Y como Antoine de Saint-Exupéry me enseñó, no todos recordamos esa maravillosa época. Pese a esto, soy muy poco hábil en dicho género, pero probaré, porque ganas es lo que me sobra. Me siento emocionada, es algo divertido. Juguemos con seriedad un buen rato. ¡Viva la infancia y los libros que en pocas palabras, pueden describir el universo!

14 de abril de 2011

Prohibido Estacionarse

Estos son fragmentos de la historia en la que estoy trabajando ahora; titulada, “Prohibido Estacionarse”

Advertencias: Es de un relato homoerótico (Sí, gays) así como también un poco de locura de mi parte. Muy pronto estará registrada bajos derechos de autor, así que jodanse de copiarla. xD

Los demás, disfruten x3






PROHIBIDO ESTACIONARSE



“[…] Mi mente divagaba constantemente entre un proyecto escolar y el tiempo que debía dedicarle, lo cual en resumidas cuentas me debía dejar con doce horas para dormir en la semana. La cafeína sería vital a lo largos de los días y poco a poco me había acostumbrado a mis irregulares horas de sueño, así que lo último que necesitaba era algo que desorganizara mi vida todavía más, sobre todo cuando me encontraba tratando de ordenarla. Ahora que lo pienso, quizás hubiese sido una buena idea haberme puesto un letrero en el pecho con la leyenda «Prohibido estacionarse»”

“[…] De nada funcionó. En ese entonces ya era homosexual y ni siquiera sabía de la existencia de la palabra que me decía que yo era algo diferente sólo porque me gustaba alguien que era parecido a mí.”

“[…] Afortunadamente, al ingresar a los estudios superiores me di cuenta que al menos una gran parte de las personas ya entendían que quizás no era del todo malo ser homosexual, así que en su mayoría ya no me excluían y pude hacerme de buenos amigos y algunas veces, de un corazón roto que intentaba sanarse una vez más aunque quedaran unas pequeñas grietas en su forma. Yo no necesitaba enamorarme. De verdad que no.”

“[…] Es curioso que de todos los detalles de esta historia, el que más recuerde sea justamente eso. Me hubiese gustado comenzar de una manera totalmente distinta, pero creo que escogí un buen punto de partida, porque lo que sucedería después era tan simple y a la vez tan complicado que parecería que nada tiene coherencia o punto base para sujetar a todo lo demás. Pero se supone que no debo adelantarme a los hechos de mi propia vida. Quizás ese fue el comienzo de mi decepción.”



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Como dije, son sólo fragmentos. Aún está en desarrollo esta historia. Pero gracias si alguien se dio una vueltita aqui para leer un poco de mi.