17 de agosto de 2010

~EL LAZO QUE NOS UNIÓ~

Esta historia en particular, fue escrita con otro propósito el cual nunca cumplí, pero dado que le tengo cariño... ¿Por qué no compartirla con los silenciosos visitantes de este lugar?

Relato homoerótico.

Sip, es mía, yo la escribí, es rara, no es interesante. Después de las advertencias, aquí seguirá si se animan a leer.



~EL LAZO QUE NOS UNIÓ~

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Me pregunto si aún vivirás.

No lo sé, pero me gustaría que la respuesta fuera negativa. Por favor, no me malinterpretes, no creas que te deseo la muerte. Sólo anhelo que en estos momentos, no estés sufriendo.

Algo dentro de mí me dice, que tú también hubieras pedido lo mismo para mí, si es que lo supieras.

¿Puedes creerlo? Jamás te enteraste de que en realidad, estamos unidos por el profundo dolor de padecer la misma enfermedad que tarde o temprano, tenía que acabar con nuestras jóvenes vidas. Después de todo, tener veintinueve años no es ser viejo.

Creo que por fin he llegado al final del camino. Sólo lo sé. Es uno de esos presentimientos que generalmente son correctos. Me temo que esta vez no podré salir victorioso aunque sabía de antemano, que en la batalla final, yo sería el derrotado.

Por eso estoy recordándote con más frecuencia de la que lo había hecho en los últimos años. Aunque ni siquiera te lo imagines, siempre pienso en ti. No te rías, no es gracioso. Muchos me dijeron que te odiara, pero simplemente no pude hacerlo por más que lo intenté.

Primero te culpé a ti. Después a mi y a mis sentimientos, llenándome de los tan estúpidos «si hubiera…»

El tiempo purificó mi rencor. Me entregó la aceptación de la realidad que estaba entre mis manos. No podía llorar más, ya nada se podía arreglar. Sólo me quedaba esperar y tratar de vivir todo lo que me fuera posible.

Lo hice. Ahora trato de no arrepentirme de nada. Actué lo mejor que mi infantil mente me permitió. No era lo que deseaba para el futuro, pero fue lo que me tocó vivir.

Seguramente estás sorprendido de que terminé aquí. Yo también lo estuve hace mucho tiempo, ya no importa. Ha llegado la hora de la despedida, pero me gustaría pensar que en realidad estás aquí, esperando por mí, tomando mi mano en silencio y dispuesto a escuchar el último relato que soy capaz de pronunciar.

Sí, es mi historia favorita. No es la más romántica, ni tampoco la más interesante, pero para mí, no hay ninguna que se le pueda comparar… porque es la nuestra.


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